Autorretrato
Atrás
Existo como remanente de la Gracia; susurro eterno que me moldea “mujer”. Conmigo existen buses, lanchas y aviones. En mí dialogan el Distrito de Aguablanca, testigo de mis amaneceres, y el Río San Juan que me hamaca mientras escucho la lluvia. El ácido del lulo licuado recordándome lo verde que me brota desde adentro; el monte. Dentro de mí se asoman dolores de olvido, espalda y muerte violenta.
A veces desbordo un mar en dónde moran galeones sumergidos, a la espera de marineros deseosos de perderse. Me quedo conmigo misma para entonar cánticos creados con fragmentos de frases leídas. Especialmente en las noches cuando recuerdo a muchas Venus sin nombres, al igual que a ellas, nadie me preguntó el mío. Cada vez me importan menos los años, me asusta un poco más el poder de mi nombre que cae como sentencia: “Mujer de buen andar, camina con honor”.
Macarena llega del monte
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